Siempre me habían dicho que la
maternidad era la etapa más hermosa de la mujer, el estar embarazada es como
una etapa mágica a donde todas las mujeres son bellas como camellas y prácticamente
brillan. Yo creo que mi cuerpo no recibió el Guillermo (ósea el memo) porque yo
me sentía la mujer más gorda del planeta. ¡En serio! No me lo tomen a mal, pero
yo me sentía como si tuviera un alien que no pagaba renta y que vivía en mi estómago.
Además de que nada te queda y
que con todo lo que te pones sientes que pareces globo de cantoya tienes que
lidiar con que no puedes dormir bien, porque si estas acostumbrada a dormir del
lado derecho, olvídalo a la criatura le gusta dormir del lado izquierdo y te
obliga a moverte a punta de patadas, literal. Si te gusta dormir boca abajo olvídalo
ya valiste cacahuate, y si quieres dormir boca arriba tienes que doblar la
pierna derecha, estirar la izquierda ponerte una almohada entre las piernas,
estar semi sentada con la cabeza ligeramente hacia arriba, el brazo derecho
estirado y el izquierdo arriba, es decir terminas durmiendo como pintura
abstracta.
Por eso cuando llego el
momento en el que el troll decidió vaciar su departamento de soltero, también conocido
como mi matriz fue un alivio, todo empezó como a las 6 am con pequeños dolores
de estómago, yo obviamente como toda mamá primeriza creí que se debía a las
palomitas con queso que me había comido una noche anterior, pero no, el niño ya
quería salir a conocer el mundo.
Me metí a bañar porque me quería
ver presentable, es como ir a una cita a ciegas, no sabes si te va a gustar la cita,
pero al menos tienes que verte guapa para conocer a alguien por primera vez,
bueno pues ya en el baño empiezas a lavarte todo tu hermoso y redondo cuerpo, que
por lo regular cuando estas embarazada te lavas de la cadera para arriba porque
los pies definitivamente no se mojan y es más ni te los ves. Si quieres lavarte
las piernas y los pies terminas pareciendo bailarina del ballet de fantasía, si
¡como hipopótamo en tutú! Porque te sostienes de la pared y alzas la pierna
derecha hacia un lado y te lavas de la rodilla para abajo y luego repites el
mismo proceso circense con la otra pierna.
Una vez que estaba bañada,
salí cubierta con mi bata de baño y mi churro en la cabeza, dispuesta a escoger
la ropa que más me gustaba y que al menos me hacía parecer como pelota de playa
y no como carpa de circo chino de Pekín. Pantalón blanco, con cintura elástica por
favor, flats y una coleta en el cabello, lista para conocer al enano. Para esto
ya le habíamos marcado a Don Chucho que era mi ginecólogo y solicito que me
hicieran una cefalopelvimetría (¡salud!) para ver si pasaba o no el troll, y mientras
íbamos rumbo al doctor a tomarme la placa en cuestión, yo iba pensando “esto es
súper fácil, no entiendo como hay mujeres que gritan de dolor, ¡si ni duele
nada!”, cabe aclarar que mis contracciones eran cada 20/25 minutos y yo solo sentía
como ligeros espasmos estomacales, ¿como cuando comes una fabada? Así que prácticamente
no me dolía nada.
Llegamos con el doc, me tomo
la placa y me dijo “señora, ¡felicidades su hijo si pasa! Va a ser parto
natural” yo prácticamente me vomito ahí, había escuchado suficientes historias
de terror sobre el “¡¡¡Puje señora, puje!!!!” como para espantar a media mundo.
Pero ni modo, el enano pasaba,
así que una vez que le informamos a Don Chucho me dijo que me fuera a la casa y
cuando las contracciones fueran cada 5 minutos le marcara y me fuera al hospital.
Yo dije ¡pan comido! Así me da tiempo de llegar a la casa a ver Hellboy 2, aja ¡sí
creo! Para la 1:30 Hellboy apenas estaba empezando y yo ya me doblaba del
dolor, ¡lloraba! Así que la mamma, mi hermana y yo nos dirigimos al hospital
UPAEP que es adonde habíamos adquirido el paquete de maternidad, estábamos llegando
al principio de la av. Juárez y parecía maldición gitana había un tráfico digno
del DF, mi hermana que fue mi compañera de contracciones rogaba porque el
taxista se convirtiera en Supersónico y su flamante automóvil volara por encima
de los coches ya que con cada contracción le creaba una nueva fractura en sus
dedos.
Al final llegamos al hospital y
la amable señorita de recepción nos preguntó, “¿motivo de su visita?” vine a
lipectomía que, ¿no ve?, después de llenar mis datos me subieron a mi
habitación a donde una amable enfermera me puso el suero, pero era tanto el
dolor que sentía que al momento de meter la aguja salió un chorro de sangre
disparado, la enfermera termino como una copia barata de las enfermeras de
Silent Hill, ¡llena de sangre! Para este momento yo era Gabino Barrera y lo único
que quería era que sacaran al enano que ya estaba aprovechándose de más de su
periodo de visita en mi matriz.
Pensando ahora en esos
momentos me doy cuenta de dos cosas, la primera que cuando tienes contracciones
sale a flote el veracruzano que todos tenemos dentro, y no, no me refiero a los
amables veracruzanos del puerto que te dicen “Güerita” no, me refiero a los que
venden pescado en el mercado de Alvarado, ¡maldices más que cargador de la
central de abastos! La segunda cosa que note es que tu cuerpo se vuelve
público, una vez en la cama el doctor llega te dobla las rodillas y te levanta
el camisón para que quedes a la vista de todos “para medirte la dilatación” y
aun que tienes a un doctor con su mano en partes que no han visto el sol en
varios meses no dejas de pensar “¡Cangrejos! ¡No me depilé!”
Para esto ya eran las 3:30 y
no llegaba ni a 3 cm, es en este momento cuando el doctor revisa la
cefalopelvimetría, (salud), y dice “mmm, no, no pasa” yo ya estaba amenazando
al pobre de Don Chucho con irme a hacer la cesárea si no sacaban al niño necio
en ese momento, y obviamente cuando se dieron cuenta que el niño era más grande
que mis caderas me dieron la razón.
Una vez en quirófano me dice
el anestesiólogo, “Señorita (sic) ¿se puede poner de lado y con sus manos
tomarse de los tobillos para poderle poner la epidural?” ¡Claro doctor! ¡Deje me
quito la sandía que tengo en la panza y me doblo como pretzel! A lo más que
llegue fue a tocarme las rodillas, es en este momento que me di cuenta que la ventaja
de ser hija de medico es que los doctores te conocen bien, la desventaja es que
te conocen bien, y lo digo porque el anestesiólogo y el ginecólogo escogieron
este momento para ponerse a contar chistes, y quien me conozca sabrá que soy
excesivamente simplona así que con sus chistes no sabía si llorar de dolor o reír
de la risa. Ya con la epidural corriendo por mis venas sentí el más grande
alivió que una mujer que siente que los hunos la están partiendo en dos puede
sentir, ¡estaba en el paraíso de las drogas!
Para no hacerles el cuento
largo sacaron al enano que estaba escondido entre mis cotillas, me enseñaron a
la papa cocida que decían que era mi hijo y ¡se acabó! El pediatra salió con mi
enano en incubadora, el anestesiólogo y el ginecólogo salieron contando chistes
y las enfermeras salieron con ellos cuando me quede como tamal mal envuelto
sola en quirófano. A los 10 minutos se acordaron de mí, así que ya me llevaron
a mi cuarto.
Mientras el enano estaba en
observación y yo ya estaba descansando en mi cuarto me puse a pensar en todo lo
que no te dicen que va a pasar después de que sale el troll de tu panza, no te
dicen que terminas oliendo como a marinero, ni te dicen que tu cabello esta por
todos lados, que no quedas como tabla, que si entraste siendo copa B, sales con
busto copa doble D y menos te dicen que todos tus órganos que tardaron en
acomodarse en otra dirección durante 9 meses regresarán a su lugar en menos de
1 hora, ¡Como duele! Las contracciones son cosquillas comparadas con los
famosos “entuertos” pero bueno, nuevamente con analgésicos en tu sistema te
puedes dedicar a ver a tu retoño que ya no parece papa cocida con boca de
Johnny Laboriel, le cuentas los dedos, le revisas la cara, las piernas los
brazos y todas sus partes íntimas y te cercioras de que este completo.
Si mi troll era hermoso y a
diferencia de otras madres yo no estaba pensando en tener otro hijo después de
semejante tortura corporal, es por eso que para cuando llego el enano a mi vida
(ósea el más pequeño de la camada) le cedí los honores a mi hermana y ella fue
la que se aventó las maravillas de la maternidad.
Nota aclaratoria: para quien
no lo sepa solo tengo un hijo (El troll), el otro (El enano) es mi sobrino.